martes, 7 de febrero de 2012

Simone de Beauvoir


Simone de Beauvoir: filósofa existencialista, pensadora de nuestra libertad

 

 

Esta intelectual francesa publicó en 1949 un libro que fue un escándalo y que contribuiría de manera fundamental a transformar las sociedades occidentales: El Segundo Sexo. Esta obra, que hoy ya es un clásico, no suscita la indignación que produjo en aquella época y, en cambio, nos permite, entre otras cosas, hacer un balance del camino recorrido hacia la igualdad entre los sexos y evaluar las asignaturas aún pendientes. A propósito de ella, Celia Amorós [1] recuerda que Hegel comparó la Filosofía a la lechuza, ave de Minerva que levanta su vuelo al atardecer. Con esta metáfora, el maestro de la dialéctica apuntaba al hecho de que toda verdadera Filosofía es el espíritu de su tiempo elevado a concepto. En este sentido, Simone de Beauvoir expresaría en los términos de la filosofía existencialista todo un ciclo de reivindicaciones de igualdad de las mujeres que comienza con la Ilustración y lleva a la obtención del voto y al acceso a la enseñanza superior en el primer tercio del siglo XX. [2]
En 1949 era una voz solitaria en una sociedad occidental que había vuelto a recluir las mujeres en el hogar, una vez extinguido el movimiento sufragista. Sin embargo, las teóricas de las distintas y contrapuestas corrientes del feminismo (liberal, radical y socialista) que resurgiría en los sesenta, después de un largo paréntesis de silencio, reconocieron ser "hijas de Beauvoir" [3]. Habían leído su obra y, a partir de ella, elaboraron una praxis específica orientada hacia la inclusión del colectivo femenino en el mundo de la Cultura, es decir, en el ámbito donde se decide el destino de la humanidad: política, economía, derecho, ciencia, arte... La famosa frase de Beauvoir "No se nace mujer, se llega a serlo" constituyó un punto de referencia esencial para pensar el Eterno Femenino con criterios constructivistas. Afirma Amelia Valcárcel que Simone de Beauvoir hizo filosofía “tomando así entre las manos un logos que siempre mantuvo a la conciencia mujer en la heteronomía" [4]. La condición de heteronomía de las mujeres consiste en ser nombradas por el discurso dominante como Otra que se resuelve en una serie de características adscriptivas. Heteronomía es despojo de la autonomía. Las figuras de la heteronomía son las "designaciones ilegítimas" (mujer decente, prostituta...) a las que cada individuo de sexo femenino debía plegarse para encontrar su sitio en la sociedad patriarcal.
En el feminismo existencialista de Simone de Beauvoir, el ser humano no es una esencia fija, sino "existencia", es decir "proyecto", "trascendencia", "autonomía", "libertad". Por lo tanto, escamotear a un individuo las posibilidades de proyectar su vida según lo entienda por el hecho de pertenecer al "segundo sexo", al sexo femenino, es dominación, es injusticia. Observemos que esta idea fundamental de El Segundo Sexo es hoy asumida por millones de personas que no han leído esta obra ni han oído hablar de ella. Sus principios han sido incorporados a las políticas de igualdad europeas y han dado lugar a los estudios feministas y de género de centros universitarios de vanguardia. Teresa López Pardina en Simone de Beauvoir. Una filósofa del siglo XX [5]expone las claves del pensamiento de Beauvoir, realizando una apasionada defensa de sus teorías frente a algunas críticas postmodernas. En este estudio, encontramos un fino análisis de las diferencias entre el existencialismo sartreano y la versión beauvoireana. Simone de Beauvoir no se consideraba a sí misma como filósofa porque concedía ese rango únicamente a los creadores de sistemas. Sin embargo, objeta T. López Pardina, en la historia de la Filosofía hay muchos pensadores que no han creado sistemas (Bacon y Rousseau entre otros) y no por ello se los deja de considerar filósofos. Corresponde señalar aquí que Michèle Le Doeuf y Toril Moi [6]interpretan esta excesiva modestia como resultado de la temprana rendición de Beauvoir frente a Sartre. La admiración que le profesaría y su decisión de considerarse segunda con respecto a él sería el punto ciego no percibido por su aguda crítica a la condición femenina.